“Está generando un ejército de enojados que querían que le vaya bien y ahora sueñan que le vaya mal, y el kirchnerismo se va a llevar el partido sin haber siquiera corrido para ganarlo”, resume un importante legislador nacional del PRO, alineado con las ideas de Javier Milei.
Los aliados del Gobierno en el Congreso -es decir, miembros del PRO, la UCR e incluso de bloques federales que hasta en La Libertad Avanza reconocen como tales- dan por hecho –como le venían a avisando al oficialismo– que el mega DNU se encamina a ser rechazado en el Senado y corre riesgo en Diputados, más allá de la Justicia. Pero además, en plena guerra con los gobernadores y en la antesala de la Asamblea Legislativa, crecen las sospechas por un intento del Ejecutivo de encontrar, en el parlamento, un enemigo.
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La semana pasada, quedó constituida la Bicameral de Tratamiento Legislativo, que debe analizar el mega DNU de Milei y todos los decretos que el Presidente firme en adelante. La comisión -integrada por 16 diputados y senadores, de los cuales solo 3 son libertarios- debería volver a reunirse este jueves: hasta este martes por la noche no había citación oficial, pero tampoco agenda de trabajo.
Unión por la Patria ya reclamó tres veces una sesión para intentar rechazarlo directamente en el recinto. Hasta ahora, la vicepresidenta Victoria Villarruel no la convocó. Pero el lunes, nueve senadores no kirchneristas -del grupo de los 39 senadores que de hecho le permitieron al oficialismo definir las autoridades de la Cámara y la integración de las comisiones- también pidieron una sesión, aunque no pusieron fecha.
No hay sanciones previstas, por otra parte, para el caso de que Villarruel no convoque a una sesión, como hasta ahora. Es decir, el decreto presidencial quedó, al menos en el Senado, en una situación frágil en la que puede continuar su trámite en la Bicameral -según la ley debería haber un dictamen la semana que viene-, pero al mismo tiempo estaría casi asegurada una mayoría de al menos 40 senadores para ya rechazarlo en el recinto.
“El tema se va a caer. Si no se cae directamente en la comisión, se cae después en una sesión. La impericia es total, están quemando todos los puentes”, opinaba en las últimas horas un miembro de la Bicameral que, llegado el caso de que haya una votación en la comisión, firmaría un dictamen de respaldo al DNU.
Lo mismo planteaban, con otras palabras, otros dos integrantes no libertarios de la comisión, que hasta este martes todavía esperaban alguna señal sobre qué pretende hacer La Libertad Avanza en la Bicameral en los próximos días. Desde el oficialismo trasmitían que se convocaría a la reunión para este jueves a las 14 y en principio para “terminar de definir a las autoridades”.
”Se mueven como si fueran mayoría, con 10% de los diputados y 15% de los senadores. Dilatar la discusión es ideal cuando tenés mayoría, no en minoría y con pedidos de sesión ya para voltearlo”, afirmaba uno de ellos. Entonces comenzaban las sospechas.
La UCR tiene serias divisiones internas en general y respecto a qué hacer con el DNU en particular. Fue el radicalismo el que en su momento presentó un proyecto de ley “espejo” para que pudiera segmentarse del mega decreto y que aquellos que quieren rechazar algo en particular, no tuvieran que votar en contra de todo. Villarruel -receptora de las advertencias opositoras sobre la probable derrota parlamentaria- estaría de acuerdo. La Casa Rosada, no.
Un sector de la UCR estaba dispuesto a acompañar el decreto en la Bicameral y en el recinto. Otro sector apuesta a un rechazo. De hecho, el fueguino Pablo Blanco fue uno de los firmantes del último pedido para que Villarruel cite a una sesión y tratarlo en el recinto, un intento, aseguran en su entorno, para acelerar la discusión en la comisión y tener un dictamen previamente. Pero incluso en el sector “colaborador” hay serias dudas respecto a los planes de Milei y su Gobierno.
“Los votos en el Senado están para el rechazo, el Gobierno no hizo nada para evitarlo, al contrario, se peleó con todos los gobernadores. En Diputados el camino termina en el mismo lugar. Vamos a una crisis institucional. No sea cosa que el jueves la Rosada diga ‘firmen el dictamen a todo o nada’, perder, y tener a quién echarle la culpa. Para gobernar, estamos, pero muévanse. Para la narrativa marcatista enemigo-amigo, no”, anticipaba un diputado radical que también tenía previsto respaldar el DNU.
Como recuerdan los propios legisladores, “es más fácil aprobar un decreto que una ley”: siempre que la Justicia no diga lo contrario, el DNU sigue vigente a menos que lo rechacen las dos cámaras. Es decir, mientras que una ley requiere la aprobación de Diputados y el Senado, al decreto le alcanza con que una de las dos cámaras no lo rechace.
O sea, el DNU podría ser rechazado en el recinto del Senado y seguir vigente si no pasa lo mismo en Diputados o si no lo frena el Poder Judicial, como ya ocurre con el capítulo laboral, reforma que, en esas condiciones, necesariamente debería pasar por el Congreso para tener efecto.
“La señal jurídica de que una cámara lo rechace ya es terrible. ¿Quién va a invertir con un marco jurídico basado en un decreto cuestionado parcialmente en la Justicia y rechazado por una de las dos cámaras del Congreso. El Gobierno cree además que el camino del DNU termina bien en la Justicia, y la Corte todavía está dejando correr para que resuelva la política”, opina un senador federal que, de nuevo, también tiene intenciones de acompañar el decreto presidencial.
En la Cámara Baja, aunque los votos para el rechazo del DNU parecen hoy menos seguros que en el Senado, las bancadas opositoras lanzan preventivamente la misma advertencia que hace un mes, cuando la Ley Ómnibus todavía tenía alguna chance de evitar el naufragio total: que el oficialismo se siente a negociar.
Con este clima, el viernes, Milei abrirá las sesiones ordinarias, en horario “prime time”, ante la Asamblea Legislativa, mientras diputados y senadores evalúan por estas horas no asistir, tanto opositores duros como dialoguistas, hoy incómodos.
En el Congreso el pronóstico casi unánime es que el Presidente llegará con un discurso incendiario contra la “casta” y los enemigos del “cambio”. Qué planes tiene el mandatario para el Congreso desde el día siguiente es una incógnita incluso para los más libertarios en ambas cámaras.
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