El Banco Central dispuso un aumento de los encajes bancarios que comenzará a regir este martes y que llevará la inmovilización de depósitos a su nivel más alto en mucho tiempo. Con esta medida, las entidades deberán retener casi la mitad de los fondos de sus clientes en lugar de destinarlos al otorgamiento de créditos, lo que implica un freno directo a la capacidad de financiamiento del sistema financiero.
La decisión surge en medio de un escenario de presión cambiaria e incertidumbre inflacionaria. El objetivo principal es absorber pesos del mercado para evitar que se trasladen al dólar y sostener la estabilidad en las próximas semanas. Sin embargo, el costo inmediato será una mayor restricción del crédito a familias y empresas, que ya enfrentan tasas elevadas y dificultades de acceso.
Además de aumentar el porcentaje exigido, la autoridad monetaria endureció los controles: el cálculo del encaje pasará a ser diario y no mensual, reduciendo al mínimo el margen de maniobra de los bancos. La medida también se acompaña de sanciones más severas para quienes no cumplan, lo que refuerza la presión sobre el sector.
De esta manera, el sistema financiero se encuentra con la limitación más estricta de los últimos años, incluso superior a la aplicada durante el período 2019–2023. La estrategia busca ganar tiempo frente a la volatilidad, aunque a costa de restringir la circulación del crédito en una economía que ya se muestra debilitada