Nuevas investigaciones y la experiencia de especialistas en comportamiento y salud animal coinciden en un punto clave: la longevidad de los perros no depende solo de la genética, sino también de los hábitos cotidianos que adopten sus dueños. Un reciente informe de National Geographic destaca seis prácticas que pueden marcar una diferencia real en la calidad y esperanza de vida de las mascotas.
El primer hábito está vinculado al movimiento. La actividad física diaria, adaptada a la edad y condición de cada animal, no solo ayuda a evitar el sobrepeso, sino que también mejora la función cardiovascular y reduce el riesgo de enfermedades crónicas. A esto se suma la estimulación mental y social: juegos, paseos variados, interacción con personas y otros perros, todos elementos que sostienen un cerebro activo y previenen el deterioro cognitivo.
La esterilización temprana es otro punto relevante. Los veterinarios señalan que esta intervención reduce la aparición de distintos tipos de cáncer y disminuye comportamientos que pueden poner en riesgo al animal. Junto con ello, una alimentación equilibrada, sin excesos y ajustada a las necesidades específicas de cada perro, es fundamental para sostener su salud a largo plazo.
Los controles veterinarios periódicos completan el panorama preventivo. Chequeos regulares permiten detectar a tiempo patologías que, sin tratamiento, pueden avanzar de forma silenciosa. Y un aspecto que suele pasarse por alto, pero es igual de importante, es el cuidado dental: mantener una buena higiene bucal evita infecciones que pueden afectar órganos vitales.
Estos seis hábitos, aplicados con constancia, representan una guía concreta para quienes buscan que sus perros vivan más años y en mejores condiciones. Según los especialistas, la clave no está solo en sumar tiempo de vida, sino en garantizar bienestar durante todas sus etapas.