El régimen laboral argentino funciona bajo una estructura normativa pensada para un país que ya no existe. Fue diseñada en un contexto industrial, cuando la mayoría de los jóvenes ingresaba al mercado a través de una fábrica y el Estado buscaba equilibrar una relación laboral profundamente desigual. Ese esquema, rígido y uniforme, hoy choca de frente con un mercado heterogéneo, atravesado por nuevas tecnologías, múltiples formas de contratación y una creciente informalidad.
En la actualidad, las empresas —sobre todo las pequeñas y medianas— señalan que el sistema vigente les impone obligaciones difíciles de cumplir y altos costos que desalientan la contratación formal. A la vez, millones de trabajadores quedan fuera de la protección estatal frente a un marco que no contempla modalidades como el trabajo independiente ampliado, la prestación por proyecto o los oficios que funcionan bajo esquemas más flexibles.
Diversos especialistas coinciden en que el país necesita una actualización profunda. Entre los puntos que más se discuten se encuentran la ampliación del período de prueba, la creación de un mecanismo alternativo a la indemnización tradicional, la posibilidad de acuerdos laborales por empresa y la reducción de la litigiosidad, que afecta especialmente a las pymes. También se plantea la necesidad de modernizar la negociación colectiva para que contemple realidades productivas distintas dentro de un mismo sector.
Sin embargo, cualquier reforma enfrenta desafíos: garantizar que la flexibilización no implique pérdida de derechos, asegurar condiciones mínimas para todos los trabajadores y evitar que la informalidad siga creciendo. El debate también exige un diálogo más activo entre Estado, sindicatos y empleadores, con el objetivo de generar un esquema que fomente el empleo sin retroceder en la protección laboral.
Mientras la discusión avanza en el plano político y económico, la coincidencia general es clara: el sistema actual quedó desfasado y necesita una actualización que combine nuevas reglas de juego con garantías efectivas para quienes trabajan. El desafío es diseñar un modelo que acompañe la transformación del mercado sin dejar a nadie atrás.