Un estudio internacional reveló un crecimiento sostenido de las enfermedades crónicas no transmisibles en distintas especies animales, desde mascotas domésticas hasta fauna silvestre y ganado. La investigación alerta sobre un fenómeno global que no solo afecta a la salud animal, sino que también refleja desequilibrios ambientales con impacto directo en las personas.
Según el trabajo, las patologías más frecuentes incluyen diabetes, obesidad, artritis, enfermedades cardíacas y hepáticas, que se registran con mayor frecuencia en perros, gatos, vacas lecheras e incluso tortugas marinas. Los especialistas señalan que estas dolencias, antes consideradas raras en animales, hoy están vinculadas a hábitos urbanos, contaminación, dietas industrializadas y pérdida de hábitats naturales.
En el caso de los animales domésticos, el sedentarismo y la alimentación con productos ultraprocesados son los principales factores de riesgo. En la ganadería, el exceso de confinamiento, el estrés y el uso intensivo de suplementos modifican el metabolismo y aumentan la aparición de afecciones crónicas. En la fauna marina, la exposición a metales pesados y residuos industriales está provocando daños irreversibles en órganos vitales.
Los investigadores enmarcan este fenómeno dentro del concepto “Una Salud” (One Health), que reconoce la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental. Advierten que la expansión de enfermedades crónicas en animales puede funcionar como una señal temprana del deterioro del entorno compartido, y que abordar el problema exige políticas integradas de prevención y monitoreo.
El informe concluye que cuidar la salud de los animales no es solo una cuestión veterinaria, sino un paso esencial para proteger la salud humana y los ecosistemas. La tendencia al alza de estas enfermedades crónicas, sostienen los especialistas, “refleja con claridad que lo que enferma al ambiente termina enfermando a todos los seres que lo habitan”.