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El gobierno del Luiz Inácio Lula da Silva consiguió reducir la pobreza en Brasil al 23,1 % durante 2024 —el nivel más bajo registrado para el país—, según los datos oficiales publicados esta semana por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Con esa caída, unas 8,6 millones de personas salieron de la pobreza entre 2023 y 2024.
La mejora obedece a una combinación de políticas sociales orientadas a fortalecer la protección económica de los sectores más vulnerables y un repunte en la actividad económica general. El contexto reciente —marcado por reformas en programas de transferencia, estímulos al empleo y ajuste del salario mínimo— habría permitido ese avance.
El informe del IBGE señala una mejora en diversos indicadores de bienestar social: no sólo bajó la pobreza general, sino que también se redujo el porcentaje de población que vive en condiciones de pobreza extrema. Además, el acceso a servicios básicos y una leve recuperación del poder adquisitivo explican en parte el descenso socioeconómico.
Analistas destacan que alcanzar el 23,1 % representa una meta histórica difícil de superar, si no se mantienen las políticas activas de inclusión social. A su vez alertan sobre la necesidad de consolidar esos avances: se menciona la urgencia de mejorar la calidad del empleo, garantizar estabilidad macroeconómica y evitar que una eventual desaceleración vuelva a golpear a los hogares más humildes.
La administración de Lula celebra este resultado como un triunfo de su estrategia social y lo presenta como señal de recuperación tras años de crisis. Para millones de brasileños, esta cifra representa además una esperanza renovada de acceso a una vida digna, seguridad alimentaria y mejores oportunidades.