El ambicioso objetivo del gobierno de Javier Milei de alcanzar un superávit energético de 8.000 millones de dólares este año y hasta 10.000 millones en 2025 podría verse comprometido por la nueva política arancelaria impulsada por Donald Trump en Estados Unidos.
Aunque el petróleo no está incluido directamente en los nuevos aranceles del 10% impuestos por Trump, la medida genera efectos colaterales: una desaceleración de la economía estadounidense y una baja en la demanda energética global. A esto se suma el aumento de la producción de petróleo y gas en EE.UU., lo que incrementa la oferta mundial y presiona a la baja los precios internacionales.
Este escenario representa una amenaza directa para los ingresos que Argentina proyecta obtener con las exportaciones desde Vaca Muerta, la principal apuesta del gobierno para revertir la balanza energética. Según analistas, si el precio del crudo se mantiene por debajo de los 70 dólares por barril, el superávit proyectado podría reducirse en al menos 1.000 millones de dólares.
El impacto también se siente en el mercado del gas natural licuado (GNL), donde Estados Unidos planea expandirse agresivamente, complicando la inserción de Argentina en ese sector.
Frente a este contexto, el presidente Milei busca aprovechar su relación personal con Trump para mitigar los efectos de los aranceles y obtener apoyo en el plano internacional. Además, el gobierno sigue impulsando proyectos estratégicos como el oleoducto Vaca Muerta Sur y plantas de licuefacción para reforzar la capacidad exportadora del país.
A pesar de estos desafíos, Vaca Muerta continúa rompiendo récords de producción. En 2024, el petróleo creció un 27% y el gas un 23%, lo que refuerza el potencial energético de Argentina, aunque ahora enfrentando un escenario internacional mucho más complejo.