El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) aún no puso en marcha la nueva canasta básica con la que planea medir la inflación y la pobreza, y la demora no es menor. De acuerdo con un estudio privado, si se utilizara esa metodología actualizada, el índice de pobreza en Argentina sería nueve puntos más alto que el oficial, alcanzando alrededor del 43 %.
La diferencia se debe a que la canasta actual con la que se mide el costo de vida responde a patrones de consumo de hace más de una década, lo que genera un desfase entre la realidad cotidiana de los hogares y las cifras oficiales. Incorporar gastos actuales —como servicios digitales y bienes de uso extendido en las familias— eleva de manera significativa el umbral que marca la línea de pobreza.
El informe también señala que la Encuesta Permanente de Hogares presenta problemas de subdeclaración de ingresos, lo que contribuye a distorsionar el resultado. Con ambos ajustes, la pobreza quedaría mucho más cerca de los niveles registrados en años anteriores, antes de la baja que el Gobierno celebra en sus estadísticas.
Mientras tanto, la publicación del nuevo índice quedó postergada hasta después de las elecciones. La decisión prolonga la discusión sobre la verdadera magnitud de la crisis social y alimenta el debate sobre si la pobreza en el país está siendo medida con criterios que ya no reflejan el presente.