Luego de haber mostrado señales de recuperación en febrero, la actividad económica argentina evidenció una desaceleración en marzo. Según estimaciones privadas, la actividad cayó un 1% en comparación con el mes anterior, en un contexto marcado por un repunte inflacionario y la incertidumbre en el mercado cambiario previo al nuevo acuerdo con el FMI.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) preliminar, elaborado por la consultora Equilibra, registró un crecimiento del 5% interanual, pero mostró un freno en términos mensuales. Al excluir el sector agropecuario, la caída mensual fue aún mayor, alcanzando el 1,2%.
Este retroceso se produjo mientras la inflación se aceleraba: el Índice de Precios al Consumidor (IPC) marcó un 3,7% en marzo, lo que llevó el acumulado del primer trimestre del año al 8,6%, con una variación interanual del 55,9%, según datos oficiales del INDEC.
En paralelo, se observó una retracción en el consumo masivo, que descendió un 5,4% respecto al mismo mes del año anterior, acumulando una baja del 8,6% en los tres primeros meses de 2025. Esto refleja la pérdida de poder adquisitivo en un escenario de alta inflación y ajuste fiscal.
Además, la implementación de un nuevo esquema cambiario, que reemplazó el sistema de devaluación progresiva (“crawling peg”) por bandas cambiarias flexibles, generó tensiones en los mercados y alimentó la incertidumbre económica durante el mes.
A pesar de estos datos, tanto el Gobierno como el Fondo Monetario Internacional mantienen una proyección de crecimiento del 5,5% para el PBI de 2025. Sin embargo, los analistas advierten que ese objetivo solo será alcanzable si se logra estabilizar el frente cambiario y contener la inflación en los próximos meses.