La incipiente suba de los dólares financieros es un importante escollo para el proceso de desinflación registrado en los últimos dos meses. Si algo quedó claro desde el arranque de 2023 es que la evolución de la brecha cambiaria es un factor muy relevante para el comportamiento de los precios, por lo que resulta preocupante el ajuste registrado en los últimos días.

La distancia entre el contado con liquidación (que ayer cerró con una fuerte suba a $ 525) y el dólar oficial (a $ 376) ahora creció a 90%, cuando la semana pasada había tocado un piso de casi 80%. Esta baja coincide con el 6% de inflación registrado en junio, una reducción notoria respecto al 7,8% del mes anterior. Fue además la segunda baja consecutiva.

Pero ya hubo otros episodios en los que la inflación también se redujo momentáneamente para después rebotar. En noviembre pasado, por ejemplo, tocó un “piso” de 5,9%. Fue cuando Sergio Massa se animó a vaticinar una disminución del índice “por debajo del 4%” para abril, algo que claramente no sucedió.

El rubro alimentos fue el que menos subió el mes pasado, apenas un 4,1%, lo que resultó fundamental para la desaceleración inflacionaria. La Fundación Mediterránea destacó en un informe que la estabilidad del precio de la carne resultó clave, ante la mayor oferta vinculada con la sequía y la imposibilidad de alimentar adecuadamente a los animales. Esta situación, destacan, podría mantenerse en los próximos meses para revertirse recién en el próximo verano.

Ahora la preocupación para el Gobierno será frenar o suavizar notoriamente la escalada alcista del tipo de cambio, que llevó al dólar libre a los $ 512, un nuevo récord nominal. El peligro es que se produzca una dinámica parecida a la de abril, cuando el salto de casi 20% en los dólares financieros y la consiguiente suba de la brecha al 110% generaron un pico de inflación de 8,4% aquel mes.

Ahora las miradas apuntan más que nunca a las negociaciones con el FMI, ya que las demoras por llegar a un entendimiento también provocan cierto nerviosismo entre los ahorristas y los inversores. El ministro de Economía y precandidato presidencial busca recursos no solo para hacer frente a los pagos con el organismo, sino para ganar poder de fuego en la contención cambiaria.

El estiramiento de las negociaciones con el organismo también revelan que no habría disposición por parte de los técnicos para girar recursos adicionales para el Gobierno, ante la posibilidad que se terminen fugando rápidamente en medio de la campaña electoral.

Los analistas coinciden en que la dinámica de emisión monetaria versus la caída constante en el nivel de reservas juega en contra de mantener bajo control la inflación en los próximos meses.

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Por lo pronto, ayer el mercado de bonos se hizo eco de estas mayores preocupaciones ante la falta de novedades desde Washington. Se registraron caídas prácticamente en toda la curva, de entre 1% y 1,5%. No resultó una pérdida preocupante, pero sí resultó un contraste en relación al rally que volvió a vivir Wall Street, con fuertes subas en acciones ante los datos de una inflación que viene cayendo más rápido que lo esperado.

Ahora todas las miradas apuntan a fin de mes, que es cuando la Argentina deberá enfrentar un próximo vencimiento con el FMI por USD 2.600 millones. Sin un nuevo desembolso del organismo, desde el Gobierno dejaron trascender que podrían echar mano al swap de monedas con china para pagar con yuanes, algo que el Fondo acepta y así lo confirmaron sus voceros en las últimas horas. Sin embargo, la posibilidad de no acuerdo dejaría a la economía argentina en una situación mucho más endeble, justo antes de las PASO y en medio del largo proceso electoral, teniendo en cuenta que las elecciones serán recién la tercera semana de octubre.

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