Europa vive una de las temporadas gripales más tempranas y severas de los últimos años, impulsada por una versión del virus de la influenza A H3N2, conocida como variante K. La circulación acelerada de este virus hizo que los contagios y las internaciones se adelantaran en el calendario y que varios países, entre ellos Reino Unido, España, Francia, Alemania e Italia, enfrenten una presión sanitaria inusual para esta época del año.
La variante K se distingue por su alta capacidad de transmisión y por ciertas características que le permiten evadir parcialmente parte de la inmunidad generada por infecciones previas o vacunas estacionales. Esto no significa que las vacunas sean inútiles, sino que su eficacia para prevenir infecciones puede disminuir, aunque siguen siendo útiles para reducir la gravedad de los cuadros clínicos y evitar hospitalizaciones.
En varios centros de salud europeos, la demanda de atención por síntomas respiratorios superó notablemente los registros de años anteriores. Las salas de emergencia y las unidades de cuidados intensivos experimentaron aumentos significativos de ingresos por gripe, lo que llevó a las autoridades a reforzar campañas de vacunación, recomendar el uso de mascarillas en ambientes de riesgo y recordar las prácticas de higiene básica para mitigar la propagación.
Qué observan los expertos para América Latina
Aunque hasta ahora la variante K no se ha detectado de forma masiva en América Latina, los especialistas en epidemiología señalan que existe una alta probabilidad de que este virus llegue al hemisferio sur en los próximos meses, especialmente a medida que se acercan las estaciones más frías. La historia de las gripes estacionales muestra que los patrones de circulación en el norte y el sur tienden a ser complementarios, y lo que ocurre en Europa puede anticipar tendencias futuras en nuestra región.
Por ello, uno de los principales consejos que circula entre los profesionales de la salud es adelantar las campañas de vacunación antigripal en países latinoamericanos. Vacunar a la población antes de que el virus comience a circular con fuerza puede reducir significativamente la carga de casos graves.
También se recomienda fortalecer la vigilancia epidemiológica para detectar rápidamente cualquier cambio en la circulación viral y responder con medidas de salud pública ajustadas. Esto incluye monitorear los diagnósticos hospitalarios, secuenciar muestras para identificar variantes y apoyar a los servicios de salud primaria para que estén preparados ante posibles picos de demanda.
Señales de alerta y prevención
Los expertos coinciden en que, aunque no hay certeza de cuándo y cómo llegará la variante K a América Latina, hay factores que hacen probable su ingreso:
La alta movilidad internacional y la conectividad entre regiones.
El comportamiento estacional de los virus gripales.
La coexistencia con otros virus respiratorios que pueden facilitar coinfecciones.
Ante este panorama, las recomendaciones para la población incluyen:
Vacunarse contra la gripe, especialmente quienes integran grupos de riesgo como adultos mayores, niños pequeños, embarazadas y personas con enfermedades crónicas.
Mantener prácticas de higiene respiratoria, como el lavado frecuente de manos.
Evitar la circulación social intensa cuando se presenten síntomas respiratorios, y usar mascarilla en situaciones de riesgo.
El brote europeo pone sobre la mesa la importancia de la prevención anticipada y de contar con sistemas de salud preparados para responder a cambios en la dinámica de los virus respiratorios. América Latina no está exenta, y la experiencia en el norte podría servir como advertencia y guía para la región en los próximos meses.