En la era de la hiperconexión digital, el “vamping” se ha convertido en una conducta cada vez más común, especialmente entre adolescentes y jóvenes. El término surge de la combinación de “vampiro” y “texting” (enviar mensajes), y hace referencia al uso excesivo de dispositivos electrónicos durante la noche, reemplazando horas de sueño por tiempo frente a las pantallas.
Consecuencias mentales
El vamping afecta directamente el descanso, alterando el ritmo biológico y reduciendo la calidad del sueño. La exposición prolongada a la luz azul que emiten celulares, tablets y computadoras inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Esta alteración puede provocar insomnio, ansiedad, cambios de humor, dificultades para concentrarse y bajo rendimiento escolar o laboral.
Consecuencias físicas
En el plano físico, dormir menos horas debilita el sistema inmunológico, genera fatiga crónica y aumenta los niveles de estrés. También se ha observado que la falta de descanso influye en el apetito, incrementando el deseo por alimentos poco saludables, lo que puede llevar al sobrepeso y otros problemas metabólicos.
Cómo prevenirlo
Para evitar los efectos negativos del vamping, los especialistas recomiendan establecer horarios de sueño regulares, apagar dispositivos al menos una hora antes de dormir, y fomentar actividades relajantes como leer o meditar. Crear un ambiente sin pantallas en el dormitorio también ayuda a mejorar la calidad del descanso.
Cuidar el sueño no es un lujo, sino una necesidad básica para preservar la salud física y emocional.