En el vasto mundo digital, la preocupación por la seguridad no se limita solo a los ataques cibernéticos que suceden de manera furtiva, con el objetivo de recopilar datos ajenos. Existe, también, una realidad cada vez más inquietante y que tiene que ver con un creciente acoso digital, que se alimenta de herramientas muy peligrosas como el stalkerware; con fines aún más intrusivos y que pueden perpetuarse incluso en un círculo cercano.

El stalkerware es un software malicioso disponible comercialmente en las tiendas de aplicaciones móviles bajo la apariencia de apps de control parental o de gestión de empleados. Para ser instalado requiere acceso físico al teléfono de la persona, según explicó Kaspersky, la empresa especializada en ciberseguridad.

Con distintos programas de este tipo, es posible vigilar la ubicación del dispositivo, leer mensajes de texto, revisar chats en redes sociales, ver fotos, examinar el historial de navegación e incluso acceder a la cámara y al micrófono del teléfono. Es una forma, entonces, de espiar y acosar a una persona específica; a menudo en el contexto de relaciones abusivas.

«En la mayoría de los países, el uso de este software no está prohibido, pero instalar una aplicación de este tipo en el smartphone de otra persona sin su consentimiento es ilegal y está penado. Sin embargo, el responsable será el autor, no el desarrollador de la aplicación», aseguró la firma global de privacidad digital.

Cifras del stalkerware

En América Latina, Argentina ocupa el quinto lugar entre los países más afectados por el stalkerware. 

En la Argentina, esta problemática adquiere una relevancia especial, con estadísticas alarmantes que revelan que el 42% de los argentinos fue víctima de acoso o sospecha que habían sido acosados a través de alguna herramienta digital como aplicaciones espía para el teléfono móvil o la laptop, dispositivos domésticos inteligentes y dispositivos de rastreo.

Así lo confirmó el informe más reciente de Kaspersky «El estado del stalkerware 2023», que pretende crear conciencia y lograr una mejor comprensión de cómo las personas en todo el mundo son afectadas por el acoso digital. En cuanto a su metodología, la firma alcanzó estos hallazgos después de entrevistar a 1.000 personas por cada país que formaba parte del estudio; incluyendo a la Argentina.

«Los encuestados tenían 16 años o más y mantenían una relación duradera (62%), salían con alguien (16%) o no salían actualmente ni mantenían una relación, pero lo habían hecho en el pasado (21%). El estudio se realizó entre el 3 y el 17 de enero de 2024″, detallaron los expertos en inteligencia de amenazas y seguridad.

A nivel global, el reporte reveló un aumento interanual de casi el seis por ciento (5.8%) en el número de personas afectadas en comparación con el 2022. En América Latina, Argentina ocupa el quinto lugar entre los países más afectados. El primer puesto se lo lleva Brasil y le siguen México, Colombia y Perú.

Cómo detectar un caso de stalkerware

Dado que los softwares de espionaje funcionan en segundo plano, puede ocurrir que los afectados ignoren por completo que toda su actividad digital está siendo monitoreada por el perpetrador. Además, es recurrente que estos programas maliciosos se instalen a las espaldas de las víctimas.

Frente a este escenario, detectar un caso de stalkerware puede ser todo un desafío; pero para nada imposible. De hecho, Kaspersky compartió cinco señales que pueden indicar que los dispositivos tienen una app de stalkerware instalada.

La primera de ellas es un incremento significativo en el consumo de datos móviles, ya que las aplicaciones fraudulentas de espionaje necesitan acceso a Internet para transferir la información recopilada. El rápido agotamiento de la batería o las fallas en el rendimiento del móvil también son motivos de alerta, ya que pueden ser el resultado de los programas ejecutándose en segundo plano.

A esto se le suma la existencia de aplicaciones desconocidas en el celular y/o la aparición de ruidos extraños al momento de realizar llamadas. Finalmente, que terceros tengan acceso a información que nunca antes compartiste es un claro indicio de peligro. Esto puede abarcar desde los lugares que visitaste recientemente hasta conversaciones íntimas con personas cercanas.

 

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