Cuatro años después del confinamiento por la pandemia de COVID-19, un informe reciente reveló que siete de cada diez trabajadores en Argentina no quieren regresar a la presencialidad total. El dato surge de un relevamiento privado que analizó la evolución de las dinámicas laborales y el impacto de la Ley de Teletrabajo sancionada en 2020.
Según el estudio, una mayoría contundente de empleados prioriza modelos híbridos o directamente remotos, argumentando que la flexibilidad laboral mejora su calidad de vida, su productividad y su salud mental. En este contexto, el 67 % de los encuestados aseguró que dejaría su puesto actual si su empleador exige asistencia diaria a la oficina.
La normativa vigente, conocida como Ley 27.555, fue aprobada durante el aislamiento obligatorio y estableció condiciones mínimas para el teletrabajo, como el derecho a la desconexión digital, la provisión de herramientas por parte del empleador y la posibilidad de revertir la modalidad si el trabajador lo desea. Si bien sigue en vigor, su aplicación enfrenta dificultades, especialmente en empresas que promueven el regreso progresivo a la oficina.
Por otra parte, algunas compañías que intentaron imponer la presencialidad cinco días por semana detectaron un aumento en la rotación del personal. Las consultoras señalan que el talento joven y calificado valora especialmente la posibilidad de elegir desde dónde trabajar.
Mientras tanto, expertos en recursos humanos advierten que obligar a volver sin ofrecer beneficios adicionales —como transporte o espacios de cuidado— puede ser contraproducente. En muchos casos, la presencialidad solo se justifica si está acompañada por una dinámica de trabajo colaborativa, capacitaciones u oportunidades de ascenso claras.
La transición hacia modelos híbridos plantea nuevos desafíos tanto para empleadores como para empleados. A pesar de ello, la tendencia es clara: la mayoría ya no quiere volver al esquema laboral anterior a la pandemia.