El Gobierno nacional anunció el pasado viernes un giro en el esquema cambiario, poniendo fin al cepo y dejando atrás el crawling peg, el mecanismo con el que el Banco Central reguló la devaluación durante dieciséis meses. En su lugar, ahora rige un sistema de bandas y libre flotación, estableciendo un rango de entre $1.000 y $1.400.
La gran incógnita es cómo abrirá este lunes 14 el mercado de cambios unificado. Si bien es difícil predecir un valor exacto, los analistas sugieren que, tras un período inicial de incertidumbre luego de más de cinco años de restricciones, el precio del dólar podría estabilizarse entre los $1.200 y $1.400.
Desde el gobierno de Javier Milei, el propio Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ha rechazado categóricamente la idea de que este ajuste implique una devaluación del peso. Sin embargo, para muchos ciudadanos, si el dólar oficial cerró el viernes cerca de $1.100 y el lunes supera ese valor, el fenómeno tiene una interpretación evidente.
No se trata de una decisión arbitraria, sino de una respuesta a la presión del mercado ante el evidente atraso cambiario. En marzo, mientras la inflación se ubicó en 3,7%, la devaluación del peso fue solo del 1%, generando tensiones en los últimos días y una fuerte salida de dólares de las reservas del Banco Central.
Un cambio que definirá el rumbo del mercado en los próximos días.
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