La situación financiera de los hogares argentinos atraviesa un momento crítico. Según diversos relevamientos, el 93% de las familias posee algún tipo de deuda, y más de la mitad de estas se destinan a la compra de alimentos, reflejando un cambio drástico en los patrones de consumo.
La morosidad también ha escalado significativamente: el 63% de los hogares admite estar en mora, ya sea en gestión administrativa (41%) o en proceso judicial (22%). Además, el 11% de los hogares con deudas judicializadas enfrenta embargos de sueldos, bienes o bloqueos de cuentas bancarias.
El uso de tarjetas de crédito para cubrir necesidades básicas se ha incrementado de forma preocupante. Actualmente, el 54% de las compras en carnicerías se realizan con tarjeta, y más de la mitad de las deudas con tarjetas se utilizan para financiar alimentos.
Los hogares encabezados por mujeres se ven particularmente afectados: el 70% de estos se endeudó para cubrir alimentos, salud y alquileres, y el 72,6% destinó el financiamiento específicamente a comida y medicamentos.
Así, el endeudamiento se ha transformado en una estrategia de subsistencia. Muchas familias recurren a préstamos para afrontar gastos cotidianos, tratamientos médicos y deudas previas, profundizando el ciclo de dependencia financiera.
Este fenómeno, lejos de ser coyuntural, ya se considera estructural y expone la fragilidad económica de los hogares argentinos. La urgencia de políticas públicas integrales se vuelve cada vez más evidente para contener una crisis que amenaza con agravarse.