Alemania avanza hacia la fusión nuclear como una alternativa estratégica dentro de su transición energética, con el objetivo de reducir su dependencia de los combustibles fósiles y cumplir la meta de neutralidad de carbono para 2045. El país, que eliminó la energía nuclear en 2023 y planea cerrar sus plantas de carbón para 2038, busca en la fusión una fuente de energía limpia, abundante y segura para su industria y la sociedad.
El Gobierno alemán incluyó la fusión nuclear entre las tecnologías prioritarias de su agenda de innovación y destinó miles de millones de euros a proyectos de investigación y desarrollo, con la meta de contar con un piloto operativo en la próxima década. Empresas y startups nacionales ya trabajan en distintos prototipos de reactores, como los diseños de tipo stellarator y tokamak, con apoyo público y alianzas con conglomerados energéticos.
La fusión nuclear ofrece ventajas significativas frente a la energía convencional: no genera emisiones de gases de efecto invernadero ni residuos radiactivos de larga duración, y tiene el potencial de producir grandes cantidades de electricidad de manera continua. Sin embargo, los desafíos tecnológicos y de infraestructura todavía son grandes, y la transición hacia un modelo comercial llevará años de investigación y pruebas.