La petrolera YPF consolidó en las últimas semanas una estrategia de aumentos graduales y repetidos en el precio de sus combustibles. Se trata del sistema de micropricing, que permite modificar los valores varias veces al día en función de la demanda, la ubicación de la estación de servicio y la competencia cercana.
En la práctica, esto se traduce en pequeños ajustes que los clientes perciben como “aumentos hormiga”. En Mendoza, por ejemplo, el litro de nafta Súper pasó de $1.346 a $1.367, mientras que la Infinia ya se ubica por encima de los $1.600. El diésel también registró incrementos y en algunas estaciones supera los $1.430 por litro.
El nuevo esquema implica que los precios no son uniformes: dos estaciones de la misma ciudad pueden exhibir diferencias, y además los valores varían según el horario. Durante la noche o en momentos de baja circulación, las tarifas pueden ser más bajas para incentivar el consumo, mientras que en franjas de mayor demanda tienden a subir.
De este modo, YPF evita concentrar las subas en un solo anuncio y aplica ajustes paulatinos que, acumulados, tienen un fuerte impacto en el bolsillo de los automovilistas. La modalidad obliga a los consumidores a estar atentos a los cambios de precio casi en tiempo real, en un contexto económico donde el combustible vuelve a ser un indicador de la presión inflacionaria.