Este 7 de agosto, cientos de fieles salteños se acercaron a parroquias y espacios públicos para rendir homenaje a San Cayetano, el patrono del pan, el trabajo y la providencia. La fecha, profundamente arraigada en el sentir popular, volvió a movilizar a una comunidad que, en medio de la incertidumbre económica, encuentra en la fe un refugio y un impulso para seguir adelante.
Desde temprano, las iglesias dedicadas al santo en distintos puntos de la ciudad abrieron sus puertas para recibir a devotos que llegaron con velas, imágenes y panes para ser bendecidos. Las misas se sucedieron a lo largo del día y muchas de ellas estuvieron colmadas, reflejando la vigencia de una devoción que trasciende generaciones.
En Salta, la jornada se vivió con recogimiento pero también con gestos de solidaridad: varias parroquias promovieron la entrega de alimentos no perecederos en lugar de ofrendas florales, con el objetivo de acompañar a quienes más lo necesitan. La tradicional oración al santo resonó en cada rincón, pidiendo trabajo digno, salud para las familias y consuelo para quienes atraviesan momentos difíciles.
En este contexto, la figura de San Cayetano cobra una fuerza renovada. No solo como intercesor ante las adversidades, sino también como símbolo de una esperanza que se construye colectivamente. Cada vela encendida, cada pan compartido y cada gesto de fe dibujaron en esta jornada un mensaje claro: la comunidad salteña sigue creyendo en un futuro mejor, sostenida por la fuerza de sus tradiciones y su espiritualidad.