Argentina atraviesa una transformación en su balanza comercial agroalimentaria que genera alarma en el sector productivo. En lo que va de 2025, el país ha registrado un fuerte incremento en las importaciones de carne y productos frescos, mientras que las exportaciones de carne vacuna caen con fuerza por pérdida de competitividad.
Según el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial, las importaciones mensuales de carne vacuna ya alcanzan las 1.200 toneladas, y las de carne porcina superan las 5.700 toneladas. Brasil se consolida como el principal proveedor de estos productos. También se destaca un crecimiento exponencial en la compra de frutas y hortalizas del país vecino: las importaciones de zanahorias aumentaron un 2.182%, las de tomates un 870%, y también se incrementaron las compras de limones y naranjas.
Este fenómeno se explica por una combinación de factores: la apreciación del peso argentino, la reducción de aranceles y la reciente modificación del Código Alimentario Nacional que facilitó el ingreso de productos extranjeros. Estas condiciones han incentivado la importación en detrimento del consumo de productos locales.
En contraposición, las exportaciones de carne vacuna argentina cayeron un 29,8% durante el primer trimestre del año, con una caída del 46,1% en las compras por parte de China, el principal destino de la carne nacional. La pérdida de competitividad en los mercados internacionales genera preocupación en todo el sector.
Productores y entidades agroindustriales advierten que el ingreso indiscriminado de alimentos está impactando negativamente sobre la producción local, con consecuencias directas sobre el empleo, la rentabilidad y el desarrollo regional. El escenario exige respuestas urgentes para proteger la industria alimentaria nacional y recuperar la capacidad exportadora del país.