Con la llegada del invierno y la baja de temperaturas, muchos tutores de mascotas se preguntan si deben modificar la rutina de baño de sus perros. Especialistas en salud animal coinciden en que, durante los meses fríos, es fundamental reducir la frecuencia de los baños para evitar enfermedades respiratorias, proteger la piel y no alterar los aceites naturales del pelaje que actúan como barrera frente al frío.
Según los veterinarios, la frecuencia ideal depende del tipo de pelaje:
Perros de pelo corto: cada 4 a 6 semanas.
Perros de pelo largo o con doble capa: cada 6 a 8 semanas.
En ningún caso se recomienda bañar a los perros semanalmente en invierno, a menos que sea estrictamente necesario por motivos de higiene o salud.
Cuando se decide bañar a un perro en esta época, es importante tomar ciertos recaudos: el baño debe hacerse con agua tibia (alrededor de 37° C), en un ambiente cálido y sin corrientes de aire. Es clave secar muy bien al animal, primero con una toalla absorbente y luego, si es posible, con secador a temperatura media, manteniendo una distancia prudente para evitar quemaduras o incomodidad. Además, es recomendable bañar al perro durante el día, para que no quede húmedo cuando bajen aún más las temperaturas por la noche.
En lugar de los baños tradicionales, los veterinarios sugieren alternativas prácticas como el uso de paños húmedos (especialmente para limpiar patas o zonas puntuales), baños secos con productos específicos para mascotas, o mantener una rutina de cepillado regular, que ayuda a eliminar suciedad y pelos sueltos, estimula la circulación y mantiene el pelaje en buen estado.
Por último, siempre es importante tener en cuenta las características particulares de cada animal: la edad, el estado de salud, el tipo de piel, si vive dentro o fuera de casa, entre otros factores. Ante cualquier duda, lo más adecuado es consultar con el veterinario de confianza para establecer la mejor rutina de higiene para tu perro durante el invierno.