Sergio Kohan, su esposa y sus dos hijos se refugiaron en el cuarto de seguridad de su hogar. Vivían en un kibutz a 30 cuadras de la Franja de Gaza. Cómo fueron las horas de tensión y el momento de alivio cuando los rescataron.

Mientras sigue la conmoción por el ataque de los terroristas de Hamas en el sur de Israel, se empiezan a conocer las historias de los sobrevivientes. Hasta ahora, Tel Aviv confirmó al menos 1.000 muertos, según informó este martes la Radio del Ejército israelí.

El saldo de víctimas también supera los 2.400 heridos, medio millar de ellos están en grave estado. Los reportes señalan, además, que decenas de ciudadanos extranjeros fueron asesinados, heridos o tomados como rehenes. Varios de ellos participaban en una fiesta electrónica en el desierto cerca de la frontera con la Franja de Gaza donde fueron asesinadas al menos 250 personas.

Una familia de argentinos que vive en Israel hace 4 años, sobrevivió a la irrupción de 3 terroristas de Hamas en su casa de un kibutz del sur del país. ¿Cómo es sentir esa delgada línea entre la vida y la muerte? ¿Qué sintió el papá de ese grupo cuando sostenía la puerta del cuarto de seguridad mientras del otro lado merodeaban los milicianos infiltrados desde la Franja de Gaza?

Israel, tierra prometida

Sergio Kohan es argentino y en agosto del 2019 decidió emigrar a Israel. Allí, ya vivían su hermano y su papá que se habían instalado en Israel durante la década del 80 y del 90 del siglo pasado. En diálogo con Infobae, intentó reconstruir esas horas de terror en la que la fortaleza con la que se construyó el cuarto de seguridad de su hogar salvó a todos los suyos de una muerte segura. “Hoy sería un nombre más en la estadística”, dice a modo de primera explicación de cómo se siente a menos de una semana de vivir el ataque en carne propia.

Un soldado israelí sostiene a un perro rescatado mientras toma posición cerca de un refugio antibombas en el kibutz Kfar Aza, en el sur de Israel. 10 de octubre de 2023 (Reuters/Ronen Zvulun)Un soldado israelí sostiene a un perro rescatado mientras toma posición cerca de un refugio antibombas en el kibutz Kfar Aza, en el sur de Israel. 10 de octubre de 2023 (Reuters/Ronen Zvulun)

Los Kohan son un claro ejemplo de familia tipo porteña. Sergio, su mujer y sus dos hijos que hicieron la secundaria en una institución judía de la Ciudad de Buenos Aires. En una de las crisis recurrentes de Argentina, deciden instalarse en un kibutz en medio oriente donde ya vivía el hermano de Sergio.

Su hijo empezó a estudiar en la universidad de Beer Sheva, la ciudad más cercana al kibutz en el que viven. “Este tipo de casas ya funcionan como barrios cerrados. De hecho nosotros no trabajamos para la organización del lugar”, explica Sergio en diálogo telefónico con Infobae.

Pero cómo era la vida antes del fin de semana del horror. “En general volaban algunos cohetes y nos alertaban por una aplicación y por altoparlantes – recuerda Sergio-. Entonces, tenías 15 segundos para encerrarte en el cuarto de seguridad. En ese momento se escuchaban las detonaciones del escudo de defensa israelí. Pasaban unos minutos y podías salir”.

Así, con naturalidad Sergio cuenta cómo era su vida en el kibutz al sur de Israel a sólo 30 cuadras de la frontera con Gaza. De hecho los campos de su complejo de viviendas limitaban directamente con el muro fronterizo que los separa.

La vida antes del horror

Antes de los ataques, la vida en los alrededores del kibutz de los Kohan era de total armonía con palestinos que cruzaban todos los días la frontera para trabajar. “Me atendí en un hospital y el enfermero era palestino. Se construyeron unas casas nuevas y los albañiles eran árabes. Y lo mismo, por ejemplo, la cajera del supermercado –explica Kohan-. El problema no es entre los pueblos. Es con los terroristas de Hamas”.

Soldados israelíes controlan la seguridad de un kibutz tras el ataque de Hamas (Photo by Thomas COEX / AFP)Soldados israelíes controlan la seguridad de un kibutz tras el ataque de Hamas (Photo by Thomas COEX / AFP)

Entonces llegó ese sábado que Sergio nunca podrá olvidar. La familia se iba a juntar con otros vecinos. Era el final de las celebraciones luego del Año Nuevo y el Día del Perdón. Iba a ver música y comida en los parques que rodean las casas del Kibutz. Todo estaba preparado, cada casa aportaría lo suyo. Desde knishes, pletzalej con pepinos y pastrón y otras delicias de la cocina judía. Es más, los Kohan recibieron la visita de su hijo mayor que estudia en la universidad de Beer Sheva, la tercera ciudad de Israel. La fiesta iba a ser completa.

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